sobrevivir y vivir
Homenaje a GAIA. Ambientalismo
Sobrevivir y vivir
Sobrevivir y vivir (un homenaje a la revista de Grothendieck)
viernes, 12 de junio de 2020
Sobrevivir y vivir
Editorial
Descubriendo al matemático Alexandre Grothendieck (1928- 2014), pude saber que había creado una revista en Francia 'Survibre et vibre'. Quisiéramos repetir esa experiencia, por lo menos en el campo de la ecología, la ciencia y las poblaciones y sus organizaciones sociales. Esta Pandemia mundial ha vuelto a hacernos repensar en todo lo que deberíamos seguir cuidando y denunciado sobre lo que le hacen a este planeta azul. pero lo que dejó más que nunca en lo que va del siglo es la desigualdad, las diferentes pobrezas (materiales y de espíritu); los que pueden salvarse y los que condenaran a morir.
Por eso la idea del proyecto para editar en papel de 'Sobrevir y Vivir', quiere tener algunas de las consignas con las que salió hace ya 50 años la revista del grupo de Grothendieck: "lucha por la supervivencia de la especie humana y de la vida en general amenazada por el desequilibrio ecológico creado por la sociedad industrial contemporánea (...) por conflictos y los peligros del conflicto militar"
Tal vez salga en forma de Boletín para ser distribuida de mano en mano, una forma de resistir a la tecnociencia y al tecnoliberalismo que tanto nos ha invado en estas últimas décadas. Posiblemente en Europa haya comenzado en los 60 (en lo que llaman sociedad industrial), pero para Latinoamérica, ha quedado marcada a fuego a partir de la década del 90.
Carlos Liendro
El Protocolo de Kioto: firma, ratificación y fechas
Puebla, México.- Estamos en un punto de no retorno, ya que el cambio climático se precipita hacia nosotros, dijo el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, en su pasada participación en la Conferencia de las Partes en Madrid 2019.
El Cambio climático representa un asunto de cooperación entre Norte y Sur. Los países desarrollados tienen una marcada responsabilidad histórica, ya que su estatus es el resultado de un desarrollo contaminante y mayoritariamente a expensas del medio ambiente. Por el otro lado, los países en desarrollo no estaban obligados dentro del Protocolo de Kioto a reducir sus emisiones y actualmente se siguen encontrando ante una disyuntiva: elegir el desarrollo contaminante, tal y como hicieron los países industrializados, u optar por un desarrollo sustentable y bajo en emisiones con mayor participación de las energías renovables.
El Protocolo de Kioto fue adoptado en Kioto, Japón, en diciembre de 1997, y actualmente, junto con el Acuerdo de París, es el único instrumento legalmente vinculante que obliga a los países que lo ratificaron –en el caso de México la aprobación viene del Senado, tal y como lo plantea la Constitución– a acatarlo y a cumplir tanto con las metas como objetivos de cifras propuestos a escala nacional.
Entre 2008 y 2012 es el periodo comprendido para los países que ratificaron el Protocolo para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero -dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, perfluorocarbonos, hidrofluorocarbonos y hexafluoruro de azufre- de forma obligatoria.
Lo que terminó recientemente, en 2012, fue el primer periodo obligatorio de reducción de emisiones del Protocolo de Kioto, que comprendió hasta el 31 de diciembre de 2012 y en el cual los 37 países Anexo I (países industrializados) que lo ratificaron, estaban obligados a reducir en promedio 5.2 por ciento sus emisiones para 2012 con respecto a los niveles que mantenían en 1990. A este respecto cabe señalar que el segundo periodo obligatorio de reducción de emisiones que plantea el Protocolo de Kioto inició el 1 de enero de 2013 y concluirá el último día de 2020.
Otro punto sustancial es que firmar no es lo mismo que ratificar, esta última palabra se refiere a la aprobación y/o confirmación de actos, palabras o escritos dándole a éstos la validez. Esta acción la lleva a cabo el Senado de cada país, de ahí que una firma no necesariamente implica el cumplimiento del acuerdo internacional, tal y como lo hizo en 1998 Estados Unidos al firmar el Protocolo y que hasta la fecha no lo ha ratificado.
El Protocolo de Kioto para algunos es una estrategia limitada por el bajo porcentaje de reducción de emisiones planteado y porque Estados Unidos nunca lo ratificó. Para otros, es un logro singular que sirvió como base para el Acuerdo de París, ya que no es fácil que más de 35 países acuerden en un mismo tema que debe ser apremiantemente mejorado. ¿Y para usted qué opinión refiere el Protocolo de Kioto? (TB)
*Maestro en Derecho y Políticas Públicas Ambientales
Twitter: @Serchgarcia1
jueves, 29 de septiembre de 2016
Represas sobre el río Santa Cruz
domingo, 20 de diciembre de 2015
Cambio Climático: Acuerdo de Paris
Amy Goodman y Denis Moynihan
El 12 de diciembre, casi 200 países aprobaron el llamado “Acuerdo de París”. Este documento de 32 páginas de extensión detalla minuciosamente el nuevo plan oficial de la humanidad para hacer frente a la crisis que supone el cambio climático. Las negociaciones para llegar al acuerdo se llevaron a cabo en un complejo fuertemente protegido ubicado en la zona parisina de Le Bourget. En virtud del “estado de emergencia” declarado tras los atentados terroristas que el 13 de noviembre provocaron la muerte de 130 personas en París, en todo el territorio francés estaban prohibidas las manifestaciones. Pese a ello, hubo activistas que no acataron la prohibición, también en virtud de un “estado de emergencia”, frase con la que describen la situación del clima del planeta. Durante las dos semanas de la Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático se llevaron a cabo manifestaciones, por momentos violentamente reprimidas por la policía, en las que personas de todo el mundo pidieron un tratado justo, ambicioso y vinculante a fin de evitar las peores consecuencias del cambio climático.
Dos días después del término de las negociaciones, el periodista británico George Monbiot sostuvo en Democracy Now!: “Lo que veo es un acuerdo sin plazos ni objetivos, con vagas y leves aspiraciones. Veo muchas palmadas en la espalda, mucha auto-felicitación, pero veo muy poco en términos del contenido real que se requiere para evitar el colapso de clima”.
La postura de George Monbiot es opuesta a la de muchas personas comprometidas con la causa ambiental, quienes consideran el resultado de las negociaciones como un avance positivo. Michael Brune, director ejecutivo de Sierra Club, dijo: “Casi todos los países del mundo se comprometieron ya sea a reducir su propio nivel de emisiones de carbono o a poner un tope al aumento de sus emisiones. Hubo también un reconocimiento explícito de que aquello a lo cual se comprometieron no es suficiente y por tanto se estableció un proceso para evaluar el grado de avance que se alcanza y comprometerse entonces a efectuar mayores reducciones de forma ininterrumpida en los años siguientes”.
La cumbre comenzó con el mayor encuentro de jefes de estado de la historia. El Dr. Hoesung Lee, presidente del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), organización de casi 2.000 científicos que publica el consenso de la comunidad científica mundial sobre el cambio climático, se dirigió a los líderes y enunció: “El clima ya está cambiando y sabemos que ello se debe a la actividad humana. De continuar de esta manera, nos arriesgamos a enfrentar impactos cada vez más graves e irreversibles: aumento del nivel del mar, sequías e inundaciones cada vez peores, escasez de agua y alimentos, aumento de los flujos de inmigración y refugiados a causa del clima, para mencionar solamente algunos”. En casi todos los rincones del planeta, las conclusiones de la ciencia que estudia el clima se aceptan como un hecho. Estados Unidos, principal país contaminante en la historia y sede de algunas de las compañías de extracción de combustibles fósiles más poderosas y políticamente influyentes a nivel mundial, es el único lugar donde se da crédito a quienes niegan el cambio climático.
Los especialistas en clima del IPCC proporcionaron distintos escenarios posibles frente al calentamiento global en los que describen de qué manera podría ser el mundo si el planeta alcanzara una serie de distintas temperaturas. Ya nos encontramos 1° Celsius por encima de la temperatura promedio de la era preindustrial y enfrentamos impactos devastadores. El principio rector del Acuerdo de París es la promesa de mantener “el aumento de la temperatura promedio del mundo muy por debajo de los 2° Celsius (lo que equivale a 3,6° F) en relación a los niveles preindustriales y desarrollar esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5° Celsius (o 2,7º F) por encima de los niveles preindustriales”.
Esta diferencia, en apariencia pequeña, resulta de suma importancia. Con una rápida descarbonización de la economía mundial, con un rápido pasaje a energías renovables no contaminantes podríamos limitar el aumento de la temperatura a 1,5° Celsius. En ese escenario, los pequeños países insulares podrían sobrevivir al aumento del nivel del mar que se prevé. Con un aumento de 2° Celsius, el hielo polar se derrite, el agua se calienta y por tanto se expande y el nivel del mar se incrementa 91 cm. Varios pequeños países insulares, como Maldivas o las Islas Marshall quedarían completamente sumergidos y desaparecerían. El objetivo de limitar el aumento de temperatura a un grado y medio por encima del nivel de la era pre-industrial se incluyó en el Acuerdo de París, pero como destaca George Monbiot: “Es como si se hubieran permitido adoptar 1,5° Celsius como objetivo al que aspirar ahora que esa meta ya es casi imposible de alcanzar”.
La periodista y activista Naomi Klein habló también sobre el acuerdo. Klein sostuvo: “Pasará por encima de los límites cruciales establecidos por los científicos y pasará también por encima de los límites de la equidad. Sabemos, haciendo cálculos y sumando los objetivos que las principales economías presentaron en París, que esos objetivos nos llevan a un futuro muy peligroso. Nos llevan a un futuro con un calentamiento de 3 a 4 grados Celsius”.
Asad Rehman, de Amigos de la Tierra, describió el límite de la equidad del que hablaba Naomi Klein: “Se trata de dar apoyo a los más vulnerables, las personas más pobres, que son quienes ya están perdiendo sus vidas y medios de sustento y que son quienes van a enfrentarse a impactos climáticos cada vez peores, principalmente por responsabilidad de los países ricos y desarrollados que han crecido y se han enriquecido gracias a la contaminación con carbono”. En el Acuerdo de París, a este apoyo se le llama “Pérdidas y daños”, que en los hechos significa un sistema de compensaciones de índole financiera por parte de los países ricos a los países pobres que sufren los graves impactos del cambio climático. Rehman agregó: “Los países ricos responsables de esta crisis pretenden ahora trasladar la carga de la responsabilidad de los ricos a los pobres. Mi gente habla del legado de Obama en lo que refiere al cambio climático. Desafortunadamente, el legado que dejará en este sentido es un cáliz de veneno para los pobres, al hacerles pagar realmente los impactos del cambio climático”.
Una amplia coalición de organizaciones de acción contra el cambio climático prometieron un agresivo año de acciones directas orientadas a precipitar el fin de la era de los combustibles fósiles. Como me dijo Kumi Naidoo, de Greenpeace: “La mayoría de los que formamos parte de las organizaciones de la sociedad civil, nunca hablamos del ‘camino hacia París’, siempre hablamos del 'camino que pasa por París'.
© 2015 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
jueves, 3 de diciembre de 2015
Para entender la cumbre del cambio climático
COP21: 6 preguntas para entender por qué es tan importante la cumbre del cambio climático en París
Los líderes mundiales se encuentran en una París todavía golpeada por los ataques del pasado 13 de noviembre para intentar avanzar en la lucha contra el cambio climático.
Les ofrecemos una guía rápida para conocer en qué consiste esta cumbre.
¿Para qué es la conferencia?
Al grano, los gobiernos del mundo ya se comprometieron a recortar las actividades humanas que liberan gases de efecto invernadero, como la quema de combustibles fósiles.
Pero esa no es la solución al problema.
La dificultad está en conseguir que 195 países acuerden cómo lidiar con el asunto del cambio climático.
Cada año, desde 1992, se celebra la conferencia de las partes con los negociadores tratando de componer un plan práctico.
Este año, en París, es la última oportunidad para este proceso. Los negociadores dispusieron en 2011 que el acuerdo definitivo debía adoptarse antes del fin de 2015.
Cambio climático
1 ºC
de incremento de temperatura desde 1850.
- 2 ºC se considera el límite de un calentamiento global demasiado peligroso.
- 30% han subido los niveles de CO2 desde la Revolución Industrial.
- 4% ha retrocedido la cantidad de hielo en el Ártico.
- 9 de 10 de los años más cálidos registrados han ocurrido desde el año 2000.
Los críticos dicen que el problema del cambio climático no será tan urgente cuando se toman 20 años para acordar una solución.
Pero los defensores de las cumbres argumentan que tomarse tanto tiempo es necesario porque las decisiones se adoptan por consenso en el sentido de que no hay nada acordado hasta que todo ha sido acordado.
Las partes creen que, a pesar de esta enorme limitación, es la mejor manera de garantizar un resultado justo: todos compartimos el planeta, así que todos deberíamos tener una voz con el mismo peso respecto a su futuro.
¿Por qué tiene un nombre tan extraño?
COP21 es la forma abreviada del inglés para la vigésimoprimera Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
Este larguísimo título fue creado en la cumbre celebrada en 1992 en la brasileña Río de Janeiro, donde por primera vez se reunieron los países preocupados por el cambio climático.
Allí se acordó una convención que entró en vigor en 1994 y que ha sido suscrita por 195 países.
La clave del acuerdo está en la "estabilización de los gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que evite la interferencia humana dañina en el sistema climático".
¿Quién asistirá?
Se espera que unas 40.000 personas de todo el mundo lleguen a la cumbre en las dos semanas que dura.
Una gran parte son delegados de los gobiernos, sobre todo funcionarios. Dependiendo del caso, van desde equipos de dos personas a varios cientos en el caso de los países más ricos.
Hay muchos lobistas y representantes de empresas, de la industria y la agricultura. También de grupos ambientalistas.
Los líderes políticos también se harán presentes, aunque sólo por un día. Su papel será dar discursos e impulsar el trabajo de sus negociadores hacia un compromiso efectivo.
Entre los representantes estatales destacan los ministros de Medio Ambiente, que también llegarán al final de las negociaciones para darle forma al acuerdo definitivo.
¿Qué esperan conseguir?
Piensa en todo lo que te rodea: el teléfono o computadora en que estás leyendo esto, lo que comes, la ropa que vistes…
Casi todo lo que ves, tocas o sientes ha sido cultivado, construido, transportado usando energía que viene de combustibles fósiles.
Han sido de enorme utilidad para el desarrollo de la humanidad, permitieron la industrialización, el desarrollo, sacar a millones de la pobreza.
Pero está bien documentado que el dióxido de carbono que se genera tiene un efecto invernadero; es decir, atrapa el calor en la superficie del planeta.
Según los científicos, es impredecible el impacto que tendrá en el clima el hecho de que la media de la temperatura de la Tierra supere 2 ºC la de los tiempos previos a la industrialización.
Y estamos ya a medio camino de ese peligroso punto.
Así que el propósito de París es trabajar una manera de limitar las emisiones de esos gases, mientras se permite que los países puedan seguir creciendo y se le ofrezca ayuda a los menos desarrollados y más afectados por la subida de las temperaturas.
¿Simple? Es probablemente el acuerdo de cooperación más ambicioso jamás planteado.
¿Cuáles son los puntos de desacuerdo?
El destino final es un mundo donde las temperaturas no suban más de 2 ºC por encima del nivel en que estaban entre 1850 y 1899.
Esa es la aspiración de largo plazo que ya se ha pactado.
Pero hay graves diferencias sobre cómo alcanzarlo. Los países en desarrollo dicen que quieren el derecho a seguir quemando petróleo y carbón hasta que terminen con la pobreza.
Argumentan que ahora es su turno, pues los ricos han tenido acceso sin restricciones a los combustibles fósiles por dos siglos.
Así que el acuerdo de París requiere encontrar un balance entre la necesidad de recortar esos gases con el derecho a usarlos.
La cuestión de quién paga es también crucial.
¿Quién va a asumir el coste de la transición a las energías renovables para los países que no se lo pueden permitir?
¿Quién va a poner dinero para ayudar a los países pobres a adaptarse a la subida de los niveles del mar y a las sequías y olas de calor?
¿Pueden los países que sufran el impacto del cambio climático en el futuro poner demandas legales contra los que consideren responsables?
Estas son algunas de las cuestiones más complicadas que están por responderse. Pero sobre todo está el asunto de la justicia.
Los países más ricos dicen que el mundo ha cambiado desde que se iniciaron las conferencias en 1992.
Entonces, el mundo estaba dividido entre países desarrollados y los que estaban en desarrollo, tomando como medida los ingresos del país.
Pero esta división ya no es necesariamente vigente, pues están las economías emergentes que pueden también arrimar el hombro en los crecientes costos del cambio climático en el futuro.
¿Servirá para algo?
La diferencia que puede hacer la cumbre es potencialmente enorme.
En los años 80, los científicos descubrieron el agujero en la capa de ozono y el acuerdo alcanzado en Montreal, Canadá, estableció la manera de atajar el problema.
Rápidamente, el mundo dejó de usar los destructivos gases que causaron el problema y en la actualidad el agujero se está cerrando.
El cambio climático requiere un método similar, pero a una escala mucho mayor.
Un acuerdo ambicioso en París limitaría los gases de efecto invernadero y pondría al mundo en el camino hacia la reducción del impacto del cambio climático.
Pero la realidad de la política y las negociaciones hace que probablemente se trate de un acuerdo de compromiso.
Entonces, con el tiempo, los negociadores podrán fortalecer el acuerdo y hacerlo más ambicioso.
La esperanza no está perdida. Basta ver lo lejos que ha llegado la humanidad simplemente con la iteración y reiteración de las ideas hasta que se convierten en algo mejor.
Un ejemplo, los teléfonos inteligentes e internet.
Así que pese al potencial de fracaso y lo probable de un compromiso algo desordenado, un resultado en la cumbre de París, sea débil o robusto, es que va a estar en el corazón de todo lo que intentemos en el futuro.
Y ese será uno de los grandes logros de la humanidad.
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